¿Dónde esta el problema? El problema aparece cuando no hay nadie abajo para detener la caida, o para ayudarla a levantarse, ese es el problema. Cuando estamos solos, la euforia nos atrapa, nos atrapa y nos lleva bien alto, tan alto que no podemos ver el suelo y en ese momento nos deja caer, la caída es rápida, vertiginosa, duele mucho, ese golpe seco contra el piso, sin dudas deja marcas, marcas de dolor, marcas en el alma, hasta aveces marcas en la piel, pero la piel se regenera, las cicatrices desaparecen, pero las cicatrices del alma no. Estas cicatrices son marcas de fuego, marcas que no desaparecen, marcas que cuando intentas ser feliz, simplemente te lo impiden por miedo a que la temida euforia aparezca de nuevo y nos lleve demasiado alto.
En particular, a mí la euforia me atrapó dos veces, una cuando mi abuela dejó de existir y otra, casi inmediatamente cuando me pude ponerme de pie, cuando conocí a Ana.
Ana, tan hermosa, tan perfecta, mi princesa, al principio todo estaba bien, la amaba, ella me amaba, ella me sigue amando, pero yo no sé si la sigo queriendo.
Por suerte, aprendí a evitar la Euforia y a vivir cada dia con la porción justa de felicidad y tristeza.
El Principito.


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